Al chocar contra mi cuerpo
tu carne frágil se deshizo,
como la ola se rompe en chispazos de sal
al enfrentar al arrecife.
Trozos de tu luz quedaron enredados en mi aura.
El olor a sándalo de tu mirada revolotea a mi alrededor.
Tu sonrisa hecha de corteza de mangle rojo
se difuminó en este halo de eclipse de luna que me envuelve,
caricia perpetua.
En mi garganta guardo pedazos de tus silencios.
Ya no estás,
pero juego con tus fragmentos,
armándote a mi antojo,
creándote según mis tristezas,
desapareciéndote en mis torvas alegrías.
A veces pareces doler,
de esa manera en la que duele lo que no existe.
Te creí muerto.
Pero no tuve el valor para ponerte encima una lápida.
Solo te escribí un epitafio…
Como este.

Roberto Garcés Marrero
@rgmar84
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