Sufre el fuego en la piel del enfermo,
porque el frío penetra las ojeras.
El hachís huele a ceniza cuando me reza,
para armonizar los suspiros agitados.
La piedra prende sus manos
en el roce de los labios,
¿a qué precio volverán mis llantos?
Son los arañazos la materia que necesitan los ojos;
y son los cortes las bestias de las alarmas;
y las bestias aúllan para romperse los brazos.
Es la rabia la poseedora de los llantos;
y la rapidez del tiempo la que amenaza
a las pulsaciones de los cielos.
Se detiene el espacio y no vivo para expresarlo.
¿Es la pena pasajera o serán mis ojos la pena?
¿Serán solo mis ojos los que la ven
o será la sociedad solo penitente?
¿Es penitencia o frustración?
¿Rechazo o alevosía depresiva?

Elena Díaz G.
@29diazelena
Leer sus escritos


Deja un comentario