Bailadores en la pradera,
mirando al sol con embeleso,
sin ceguera
cual faros en busca del brillo,
reflejos de sus anhelados besos.
Sus brazos dorados, radiantes,
abrillantan la vasta llanura,
como auroras en el horizonte,
de luz y vida, una pintura.
El viento los acaricia con amor,
jugando con sus danzas constantes,
como un cálido susurro que lleva,
sus pasos viejos, en un instante.
Anhelando el abrazo del astro rey,
en su danza eterna, van tras la luz,
con gracia y elegancia, siempre fieles,
como un juramento, una dulce cruz.
En la pradera, un ballet sublime,
donde el viento juega su papel,
acompañando a los girasoles,
en sus trenzas, diseños de miel.

Aurora Hernández
@liveaboutit
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