uno abre la ventana para sentir el aire
antes de volar o de tirarse al vacío,
antes de no hacer lo uno ni lo otro
y dejar que la vida se nos pase.
de cuando en cuando, uno la abre
y la cierra para allantar, engañarse
y convencerse, para poder verse al espejo
y decirse: por lo menos lo intenté.
uno siente la brisa y titubea, desconfía
y el pendejo que vive dentro y a costa
de nosotros se aprovecha y aconseja:
déjalo para mañana, no te puedes fiar
de la prisa. y así se nos pasa la vida
frente a una ventana de mañanas.

c. a. campos
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