Al hablar de humanidades, lo primero que debemos mencionar es para qué funcionan. ¿Cuál es su propósito? ¿Qué es lo que estudian? ¿Qué les interesa? Me parece que hay muchas interpretaciones erróneas sobre lo que implica estudiar literatura, historia, filosofía, sociología o cualquier carrera relacionada. Según Wikipedia, que a mi parecer ofrece un concepto bastante reducido del área, las humanidades son un conjunto de disciplinas relacionadas con la cultura humana. Pienso que la definición es reducida porque considero que todas las disciplinas están relacionadas con la cultura humana, sea lo que sea. La premisa de que las humanidades son lo contrario de las ciencias exactas siempre me ha parecido limitada…y de muy mal gusto. Es bastante común que cuando una persona se pregunta para qué sirven las humanidades, lo haga pensando en las ingenierías, las matemáticas o las ciencias duras.
A pesar de ser una palabra rechazada por su frecuencia de uso, no se puede hablar de humanidades sin tocar la sociedad. Ya lo decía la maravillosa Wikipedia, las humanidades son un conjunto de disciplinas relacionadas con la cultura humana. ¿Qué hay más cultural que la sociedad? Lugar que si bien carece de fronteras delimitadas, puede ser entendida como una cultura en sí misma. Y no sólo eso, sino que también es el sitio donde las diferentes culturas convergen, conviven y se mezclan. ¿Cuántas veces no hemos escuchado la frase –ya meme– “Vivimos en una sociedad”? ¿Cuántas veces no hemos escuchado hablar sobre los estándares de belleza, de riqueza, de buen comportamiento o incluso de fealdad? ¿Quién de nosotros no ha escuchado sobre la “mala” y la “buena” sociedad?
La famosa sociedad es un espacio donde podemos encontrar una cultura minimalista, una cultura consumista, otra clasista y otra malinchista –a veces reunidas en el mismo patio–. Se puede hablar de la cultura de la gente del norte, la del centro y la del sur; y también se puede hablar de la cultura de la gente fresa del norte, la gente “naca” del centro y la gente pobre del sur. ¿Pero a qué va todo esto? Pues que la sociedad actual no sólo valora lo útil, sino que también discrimina lo inútil. ¿Y saben qué está relacionado con la utilidad? El dinero. Ya se imaginarán porqué se considera que las humanidades no sirven para nada…
¿Pero qué pasa cuando “hablar mal” significa ser tonto y no saber escribir te merece un salario mínimo? Existen estas cosas y de cualquier forma se menosprecia un libro y nadie paga veinte pesos por el teatro local. Es una realidad innegable que la cultura de la competencia lingüística tiene una gran importancia dentro del sistema capitalista (aquí tenemos otra palabrota). La escritura toma la forma de los medios de comunicación más clásicos, como lo son el periódico y las revistas; la decodificación de los mensajes encuentra su apogeo en la radio, la televisión y los programas seriados que suelen producir los extranjeros. La escritura se produce y se replica en el gran emporio de las redes sociales, donde la gente escribe cualquier ocurrencia por WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram…y consumen lo que otros producen por medio de las distintas plataformas. Resulta lógico preguntarse por el sentido de las humanidades cuando su utilidad inmediata se oculta debajo de los usos cotidianos: nadie se da cuenta de lo que siempre está ahí. La verdad es que las humanidades están metidas en todos lados, y no se trata ni de ser sublime ni de ser poeta ni de vivir con los sentimientos a flor de piel, sino de ser capaz de transmitir un mensaje, comprender una idea y analizar un discurso. Porque la vida diaria está repleta de discursos. Pensemos en la importancia que tiene la capacidad de expresión para lograr un cambio político o la importancia del buen análisis crítico para ejercer un cambio con satisfacción.
Nadie encuentra la utilidad o el prestigio en conocer las diferentes declinaciones de una palabra, a no ser que la mujer sepa latín. El valor de las humanidades no se encuentra en la metodología o en la intelectualidad que proviene de haber leído varios filósofos, historiadores o antropólogos del mundo. Como sociedad rechazamos el carácter cultural e ideológico de los estudios humanitarios no porque sean innecesarios, sino porque carecen de un impacto evidente; se dice que somos la sociedad del espectáculo y de la inmediatez. La cuestión es que las ciencias sociales se utilizan cada día, aunque su rango de impacto sea mucho menos notorio que los departamentos que están levantando en la esquina. A mi parecer, el rechazo de las humanidades está bastante relacionado con la cultura del utilitarismo; y en la modernidad, lo que resulta útil es lo que produce más dinero o lo que genera más impacto en la dimensión económica. En este sentido, si nos basamos en el salario que recibe un humanista promedio, no es aberrante mencionar que las humanidades no son una disciplina moderna.
Pareciera que uno de los puntos más problemáticos de las humanidades –y quizá por ello las ideas equivocadas– es que su progreso se alimenta de la historia. Las humanidades no son una disciplina moderna porque la modernidad mide sus avances en el progreso y al progreso cada vez se le relaciona más con la tecnología. Al contrario de lo que parece suceder en el exterior, las humanidades encuentran su progreso en el retorno y la reinterpretación de lo que está establecido. Es por esto que son tan importantes: ¿cómo puede haber progreso sin cuestionamiento? ¿Cómo se pasa de un sistema a otro sin hacer algún tipo de exploración, aunque sea de mercado?
Aquí cabe preguntar, ¿el progreso de las humanidades realmente es tan diferente que el del resto de las disciplinas? Yo estoy convencida de que no. Empezando con el hecho de que no se puede lograr nada sin utilizar el lenguaje. Las matemáticas, los códigos computacionales y los sistemas de medición, por decir unas cuantas cosas, son y seguirán siendo lenguajes artificiales creados tanto para originar como para comprender el mundo. A veces cuesta creerlo, pero la literatura científica es una de las literaturas que más uso hace de las herramientas estéticas para darse a comprender. ¿Cómo comunicas lo que es un agujero negro? ¿Cómo das a entender las implicaciones de cada dimensión o explicas los trabajos de una célula? ¿Un agujero negro en realidad es un agujero negro? Por supuesto que no, pero es una forma de explicarlo.
Estamos en una modernidad cuyas relaciones sociales están altamente deterioradas, especialmente dentro del período que nos ha tocado vivir. No basta con tener los medios, hay que saber utilizarlos. Se nos suele olvidar que para desarrollar los saberes científicos también fue necesaria la voluntad. Dentro del desarrollo tecnológico, legal, económico o cualquiera, no solo encontramos problemas científicos, sino también éticos. En la práctica de cada ocupación existe la voluntad, el valor de la experiencia, y maneras aceptables e inaceptables de llevarlas a cabo. No niego que las humanidades resultan inútiles si por utilidad se entiende la cultura del dinero, pero se muestran indispensables para que una sociedad pueda ser responsable de sus propios fines y una administradora razonable de los medios que utiliza para alcanzarlos. Porque las humanidades, respondiendo al motivo de su utilidad, son la orientación y el norte de cualquier hombre que haya existido en cualquier época, en cualquier imaginario y en cualquier lugar.

Paulina Gamboa Tamayo
@paulina.gamboa99
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