Creo que rezo lento cuando de noche
corre la brisa aullándome a lo lejos.
Vuelvo a casa sola,
sin echar de menos,
sin padecer de hecho,
solo con la música que me evoca
la nulidad del recuerdo;
aunque,
siento frío en las palmas
porque escarbo en mis heridas,
mientras domino lo gélido
y me visto sola,
rozando los lametazos de lo romántico,
embriagándome de los besos desinflados,
amando poquito en la depresión del miedo.
Visto la vergüenza y el desasosiego,
me rompo las manos intentando escalar
la cumbre que me separa de lo eterno.
Me visto en fría,
me lloro en cálida:
pues de la colina mis piernas se enredan
en la fugacidad de las ternuras,
y, aun así,
en tanta estrella o luciérnaga
a la luz de la Luna
con la brisa aullándome a lo lejos
cómo puedo amarme
si no puedo creerme.

Elena Díaz G.
@29diazelena
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