Tus manos se parecen al viento
cuando agarran los naipes y los barajan,
y los vuelven una sola masa de lomo cobre.
Tus manos se desdibujan en mis sienes
y ya no recuerdo si las decoran anillos o lunares.
A veces creo, que sos sólo manos.
Y es que, si fueras más que eso,
si fueras también la sonrisa de arrullo
con la que enfrentás al mundo
con qué pretexto intentaría yo, mirar a otro lado.



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