Mi locura despierta
cuando miro tus labios,
sala mortuoria y cuna florida
de mártires besos,
que siembran su amor y mueren.
Consagro mi vida
a habitar tu pecho fértil.
Renuncio a mis alas
si así soy presa de tus latidos.
Pierdo en tu carne mi aliento,
me fundo, me desvanezco en tu pulso
y luego renazco,
para entregarme a ti de nuevo.
Entre las hojas de una higuera soy avispa
que busca con la fuerza de un enjambre
dar a luz aún más cariño,
volver eterna nuestra danza:
mantener amaneceres
luego de serenatas nocturnas;
deseos febriles
luego de suspiros fugaces
y viceversa.
Francisco R. Garcisán
@frgarcisan
Leer sus escritos
Deja un comentario