Manos
diminutas,
diminutas manos.
En esas manos,
tus manos, hay imanes.
Cientos, miles.
Están entre los dedos,
como las membranas
de papel,
que tienen los patos.
Y es que
cuando aparecen tus manos,
todo el metal de mi cuerpo
responde al llamado.
Hierro, sangre, hueso,
calcio, carne y cromo.
En tus manos,
no hay uñas ni nudillos.
Como si la suavidad
de tu piel,
escondiera tantos imanes.
Y es que cuando me tocas,
el impulso eléctrico,
se vuelve inminente.



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