Casa propia

Habito una casa
no elegida
pero cara
carísima
no hipotecable
ni reembolsable.

Había jugado siempre
de visitante
—inquilina crónica
de la resignación—
hasta que la encontré

y me encontré.

Guarda mis tripas apaleadas
y los secretos de
cada
una
de mis malas
elecciones.

Un abanico
de sentidos excitados
te sopla en la cara
ni bien osás pisar
el porche de su entrada

En un mundo
de histerias heredadas
lo único que me amansa
es saberla abierta
y palpitando
al ritmo de su música.

Voy a llevar la fiesta
a otro nivel: apostrofar
contra los buitres
que afuera esperan
gritarles
que no soy hija:
soy viuda del rigor.

Nada ni nadie
puede mantenerme
a salvo de ellos
más que la casa
que habito en paz
desde que saqué
los muertos
               y la basura
                             afuera.

coti molina escritora

Coti Molina
@cotimolgo
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