Los domingos me aprietan los zapatos

Ahora que el miedo se disfraza de torres altas
a las que se debe abrazar sin desvelar cómo.
Ahora que el silencio son dos perros que callaron
de pronto, en mitad de la noche.
                                                      Sin motivo aparente.
Ahora que el dobladillo del corazón se quedó largo
por expectativas que ya rozan el suelo.
                                                      Sin llegar a tocarlo.
Ahora que este calor nos aprieta –como los zapatos–,
y no espera al invierno.
Ahora que el atardecer tiene prisa
por encontrar la noche,
ahora que el Sur es más Sur que nunca.
Ahora es cuando la libertad sabe a poco y el futuro
se viste de eterno bochorno para ser siempre verano.

Estefanía Soto
@fani_conlimon
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