Gorrión

Hoy desperté soñando con mi pueblo natal.
Intentando exorcizar a la morriña, ese pérfido monstruo,
o al menos, confundirla,
me hice un inventario de privilegios.

Rememoré la multitud de mariposas
que me esperaba en la cima de la Pirámide del Sol en Teotihuacán.
Me bañé fingiendo que en la ducha
se multiplicaba el turquesa y perla del Mar de Cortés.
El color de la mañana me habló de algún ambarino crepúsculo en Quisqueya.
Bebí té ruso especiado en tazas de talavera,
pensando en el olor a café y canela de las frías nieblas de Bogotá.
Me refugié en mis libros, mi música, mis versos,
en los abrazos que me sobran,
en una caminata por la selva de Xilitla,
donde la arquitectura surreal florece entre jugosas lianas.
Acaricié a mi perro por horas,
mirando sus grandes ojos agradecidos.
Canté el Guru Gaitri Mantra
once minutos:
purifica el subconsciente, dicen.

Pero hoy desperté soñando con mi pueblo natal
y aunque intenté introducir todo lo que tengo
en el vacío que me quedó dentro,
me falta aún el canto del sinsonte
o el arrullo de las palomas,
humedecido al pasar entre el rocío de los plataneros.


“Gorrión” es una forma popular cubana de llamar a la nostalgia.

Roberto Garcés Marrero
@rgmar84
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