Como petrificado
yace el parque de este vecindario.
Ni siquiera el viento
se atreve a dar la vuelta por sus andadores.
No es de noche,
pero se cierne una sombra que sofoca la alegría.
Densa
como su maleza descuidada,
renegrida
como el plumaje de sus tordos.
Bancas despintadas,
víctimas del vandalismo
se hunden lentamente entre el fango
que enrarece con su aroma el aire.
Se van fundiendo una por una sus farolas,
la negrura encontró fácil engullirlas.
Pues hasta el sol ya les ha negado su vigilia.
Reina aquí el silencio
acaso suspendido por pisadas apuradas.
En esta plaza es más frecuente un grito ahogado
que un ensamble de aves cantoras.
Los juegos chirriantes
solo reviven empujados por fantasmas.
No es de noche,
tampoco está oscuro,
pero siento el peligro.
Tengo la mirada clavada
de unos centinelas.
No es de noche,
tampoco está oscuro,
pero tengo miedo.
Pues ya no hacen falta tinieblas
como excusa para el crimen.

Francisco R. Garcisán
@frgarcisan
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