No entiendo esta moda tan reciente
de tener los libros del revés,
sus rostros castigados al frente
de la pared, pálido el envés
que nos muestra su lívida entraña,
añejando contenida saña.
¿Cómo no van a estar muy furiosos
los tomos tan ruinmente vejados,
ciegos a nuestros ojos curiosos,
prescindidos, mudos, olvidados?
¿Cómo no van a querer venganza,
mutilados, capada su danza?
Un día buscaremos su ciencia,
instigados por la obligación,
y acudiremos con harta urgencia
a los secretos de su oración.
Pero, ¡alás!, sus hojas unidas
blandirán rencor y sus heridas.
Espectros en blanco sus fachadas,
un caos limpio y organizado,
recetarios y cuentos de hadas
con el mismo uniforme instalado.
Así los proscritos nos darán,
miga a miga, nuestro propio pan.

Pablo Fernández de Salas
particulasdepoesia.com
Leer sus escritos


Deja un comentario