Rasgo fácilmente
mis ropas, mis atavíos
de lo saciado que a ratos
me encuentro.
Me niego a extender
manchas turbias,
ilícitas, deshonestas,
en medio de mis sueños.
Dejar atrás duelos,
charcos profundos.
Ahogarlos si hace falta
en una ginebra
entre pecho y espalda,
entre mis costados
maltrechos.
Cortar por lo sano
guías y mapas ya usados
con cualquier instrumento;
si hace falta, de acero.
Este es mi libro.
No está acabado.
No lo consiento.
No estoy dispuesto.
Todavía tiene
páginas blancas.
Aún está abierto.

Carlos Vera
Blog de Carlos
Leer sus escritos


Deja un comentario