La luz entra de pronto sin avisar. La persiana se resiste.
Pequeños ruidos se convierten ya en conocidos y veo,
por la ropa tendida, que los vecinos despertaron
hace media mañana; el niño hoy cose
el pantalón con un hilo que casi puedo tocar: l a r g o
como un vuelo a Madrid, ahora que pilla a desmano.
He vuelto a mudarme porque olía a humedad
la camiseta que sudé en el gimnasio.
Al entrar en mi cuarto he reconocido un arcoíris
que ha despertado mientras tanto,
y la luz seguía de pie, en la habitación
donde he guardado todos mis zapatos.

Estefanía Soto
@fani_conlimon
Leer sus escritos


Deja un comentario