La noche se incendió sobre nuestras cabezas
Hubo pájaros, ceniza, miel:
Un fuego matutino desde el lado oscuro de tu mirada
Descubriendo tus manos sobre mis caderas.
Ahí estabas de frente,
Enceguecedora,
Hundiendo las uñas
En la tierra seca y
En mi piel.
Supimos ser fugaces en el encuentro,
Las hojas se movían furiosas una y otra vez,
Una guerra de brisas y verdes silencios.
La semana pasada dejaste tu labial en mi baño viejo
Parecía una pequeña estatua que gritaba tu nombre
Brillosa sobre tus labios como siempre;
Rememoraba,
Sola en la orilla de mi cama,
Con el televisor aún prendido.
Tras el vuelo de las aves, sé que no te volveré a ver más aquí
Entre las sábanas y los cerezos
Camino a la huerta o a mi rincón íntimo:
Serás para siempre ese rayo de sol clavado en el alféizar caliente
Dejando un rastro oscuro que contemplar.

Andrea Crigna
@ukis_crigna
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