Crónica de un diagnóstico

Allí está. Adormecida. Punzante. La certeza es un cuerpo extraño envuelto alrededor de los nervios de la pelvis. Un relicario con la última pestaña. ¿Te gustaría ser madre? No sé. ¿Sientes los protones separándose de los átomos de hidrógeno? No sé, pero otra vez puedo caminar sin muletas. Allí está: esperanza. El badajo el repique el tintineo. Talán talán. Y el aire se reparte entre los afortunados. Cree. En el primer amor en el dolor de la muela del juicio al romper la encía en la aerodinámica la acción de cuatro fuerzas: sustentación empuje resistencia y peso. Serás más que este instante. La vida entera cabe en esa palabra. Remisión. Corriges: cabía. La fe ya no sacia. ¿Qué hubo antes? el rumor lo agudo lo estridente. La voracidad. Una noria gigantesca en la ribera sur del río. ¿Qué habrá después? No sé, ahora soy una catarina sin alas en Osaka. 

Samara Mendoza
@samara.mendoza_
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Una respuesta a “Crónica de un diagnóstico”

  1. M eprometí no hacer mas coemntarios, pero tu poiesía con su fondo y su ritmo, me vencieron.

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