Era ya medianoche cuando Alicia apagó la lamparita, pero al rato le despertó un ruido en la ventana: una mariposa batía afuera sus enormes alas negras. Dejó que entrase y siguió al insecto escaleras abajo. La silueta de una niña, cuyas coletas se desvanecieron tras sacudirse en la penumbra del salón, la hizo tambalearse. La puerta del sótano se abrió entonces y ella, presa del pánico y con una cuadrilla de caballos galopando desbocados por su pecho, fue en busca de aquel rostro inmortalizado en la vitrina del colegio. El reloj dio las seis. Estaba de vuelta en su cama, solo había sido una pesadilla, aunque creía haber apagado la lamparita. La ventana yacía abierta y el árbol de enfrente, cuya aridez se fusionaba a la negrura de la noche, le distrajo por un instante del polvo de mariposa que resplandecía en el cristal.

Whitnny Palma
@nieblagris_
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