Agrietadas están
las baldosas del patio,
por sus cavidades,
los tallos de la higuera
emanan de las profundidades.
La naturaleza,
silenciosa y constante,
ha vencido al artificio humano,
la fuerza de la vida
antepuesta
a la tumba de cemento.
Las raíces,
en su lento avanzar,
desafían al reloj,
y el musgo se extiende,
como un velo verde
que cubre el pasado
y el futuro inacabado.
Las hojas secas revelan
historias de antaño,
cuando el patio era joven
y el sol bañaba su suelo,
pero el minutaje,
con su paso implacable,
ha dejado su huella
en cada rincón
y fisura que se abre.
Los muros se desmoronan
como testigos cansados,
mientras, la higuera,
erguida y vivaz,
extiende sus brazos
hacia el cielo encapotado.
La muerte se revela
en cada ladrillo que se quiebra,
Pero la vida,
con su fuerza insondable,
brota del silencio,
de la ruina y el polvo.
Y así, el ciclo continúa,
la higuera prospera,
mientras el patio se convierte
en un santuario de memorias,
donde la muerte y la vida
se entrelazan
en un eterno abrazo,
bajo el susurro del viento
y el murmullo del tiempo.

Jotaerrecé
jota.errece
Leer sus escritos


Deja un comentario