Te encuentro como agua fresca,
brotando un manantial en mi boca,
goteando amaneceres en la palma de mis manos,
deshilachando besos peregrinos en la espalda.
Te encuentro,
¡oh, sí!,
te encuentro hasta en los vagos pensamientos,
deshojando atardeceres en la planta de los pies,
desandando la distancia,
acercando el pecho,
los latidos,
el aliento.
Te encuentro como fruta madura,
deshaciéndose en mi boca.
Escarbo en las entrañas y tu nombre me duele en cada letra.
Quisiste ser recuerdo imborrable,
noche gélida en los pies descalzos,
hielo en las sienes,
barro en los pulmones.
Quisiste ser silencio,
y, aun así, te encuentro en las hojas del otoño,
como si al caer, el ruido rompiera los tímpanos,
como si al palpar las marrones hojas en el suelo,
palpara la carne de tu cuerpo.
como si al beber el otoño, el otoño me bebiera a mí.
Te encuentro en cada paso que doy,
en cada suspiro,
en cada mirada,
en cada noche y su salvaje oscuridad.
Quisiste ser olvido,
y, aun así, te encuentro en la claridad más profunda del día,
sigues siendo sombra,
cicatriz que no desaparece.

María Peralta
mariaperalta.net
Leer sus escritos


Deja un comentario