De la penumbra surge el forastero,
ronda solo entre la niebla,
y la noche,
cobijo antiguo
ahora dibuja una hoz
que pide su cabeza.
Los árboles braman
próximos a la guerra,
saben el peligro atemporal
que resguardan las huellas inconclusas
de la bestia
que no nació para este mundo.
Del rayo esquivado surge el fuego,
el único alivio de los hombres,
accidente que transformaría eterno
el miedo de la huida
en la certeza de la sangre.

Sebastián Arroy
@seb.arroy
Leer sus escritos


Deja un comentario