Ojos de sal,
Reviso con cautela cada parte de tu mirada ajena.
Abrazo mi refugio en la jaula desesperada.
Tu voz me lleva al viento fresco;
Unas gotas se desvanecen lentamente
Cavando piedras frente a mí.
No queda más que el cuerpo
Para seguir esperando;
La sombra trae el eco
De una voz que nunca dijo
Mi nombre.
Surcos de plata,
Cera invisible.
Habita en mí el dolor de lo que nunca fuimos:
Un trueno,
Un estruendo,
La luz que incendia dos miradas
Que están por coincidir.

Andrea Crigna
@ukis_crigna
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