Resurgir
como senda era oscura,
llena de abismos.
Mi miedo era un peso
atado a mis pies.
Y el eco no hablaba,
únicamente susurraba
mis temores mismos.
En mi pecho: un duelo.
Y, sin más, una nube pesada
ocultando rayos, truenos…
en mitad del cielo.
También había destellos…
Y escuché una voz: “Sigue, no”.
Busqué mi raíz
hasta hallarla:
fuerza dormida,
una que nunca perdí.
Indagué en mi interior.
Las lágrimas limpian
y también curan,
disuelven cadenas
hasta comprender
una lección, una apuesta.
He derrumbado muros,
incluso resquebrajado
el propio temor;
con pasos firmes, seguros.
como el río que quiebra
el dique opresor.
El sol me aguardaba
tras la última cuesta,
y al llegar, lo entendí.
El renacer es la propia caída,
y la vida es lo único
que no se puede aprender.

Carlos Vera
Blog de Carlos
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