Hay niñas que se esconden
detrás de su sonrisa;
otras habitan siempre
entre textos de lluvia.
Y puede ser lo mismo,
o bien, puede que no.
Algunas niñas duermen
y aún tienen pesadillas
de cuartos por donde corre el miedo
que no puede gritar,
y asechan criaturas de metal
que no producen lágrimas.
Hay niñas que juntan oraciones
para sobrevivir.
Trenzados del mimbre de las letras
fabrican sus escudos:
No habrán de confesarlo, pero es mágico.
Sujetan el escudo con la izquierda
para que quede un lápiz disponible.
En este poema tú existes
y nadie puede hacerte daño.

Iris Mónica Vargas
@irismonicavargas
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