Lo terrenal

Hubo un día, que ya no recuerdo,
cuando terminó para mí
todo aquello que vive un niño.

Las caricias fervientes de mi madre,
un escudo ante el sol estival.
Su jardín latiendo,
repleto de verde. Sus magnolias.

Mi padre volviendo por las noches,
agotado y mudo,
por el trabajo no elegido.

La sección de deportes
del diario del domingo.
Mi padre, como un hornero
con pico y manos negras
de carbón, de barro y carne asada.

¿Cuántos perros abracé en aquel hogar?
¿Cómo corrían cuando alguien los llamaba?

Mi primera bicicleta, azul como un Marlín,
llevando a sus lados pequeñas ruedas o rémoras.

Los anuros kamikazes, saltando a la pileta.
Mi hermana yendo al rescate.

Mi madre, embarazada;
la mecedora, la bata suave…
Y mi hermana, llegando al rescate.

El agua de aquella pileta;
el agua del mar en marzo,
salada, fresca, y ocre chocándome el pecho;
el agua de las lluvias inagotables
entrando al patio, sin pedir permiso.

La rebeldía infantil, y hasta adolescente,
de preferir qué comer.
Y un día, la apatía,
como el eco de un espacio no habitado,
la resignación de no elegir.

kabur escritor poeta

Kabur
@kaburrrrrr
Leer sus escritos

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Búsqueda avanzada

Entradas relacionadas