Hoy he soñado contigo.
Te he soñado dormida
y te he soñado despierta.
He recorrido tu cara con mis dedos
he dejado que me hicieras tuya
con la mirada
y con la boca.
He sentido mi respiración entrecortada
y que tú me acompañabas con la tuya.
Me ha atravesado la caricia
de tu aliento en cada poro:
la certeza de tu piel
desordenándome los miedos.
Nos hemos sudado
y endurecido
y ablandado,
y nos ha gustado tanto
que, incluso,
ya nos hemos empezado a enamorar.
Hemos extendido nuestros cuerpos
en el suelo;
tú me has dibujado el cielo
y me has acariciado el alma
como si supieras
dónde duele.
Y nos hemos empapado de la arena
de una playa con sabor a nueva historia.
Hemos llorado juntos nuestras vidas.
Y nos hemos desnudado las infancias.
Hemos hecho el silencio en nuestro pecho
justo ahí: en el centro de un abierto corazón.
Te he abrazado y nos hemos querido tanto
desde esta paralela realidad.
Y al regresar —cuando la luz
ha empezado a brotarme tras los párpados—
he vuelto a un mundo
donde no se escucha el mar
y tú no estás.
Y me he preguntado si tú,
al abrir los ojos,
has encontrado entre las sábanas
un grano de arena con mi nombre,
o te ha temblado el pecho
como si alguien
te hubiera estado amando
en plena noche.

Raquel Gavilán Párraga
@raquelgavilanoficial
Leer sus escritos


Deja un comentario