Veo cariño regado en el suelo,
los tiernos frutos de un árbol tan fértil
que desborda su vida sin cautela.
Se pudren a mis pies.
Entendí muy pronto que la abundancia
es madre del desprecio.
No recogí ninguno.
No extrañaré al sol hasta el invierno,
cuando duela su ausencia.
No buscaré tus brazos
hasta que el frío queme.

Francisco R. Garcisán
@frgarcisan
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