Si mis manos no pueden tocarte,
que se pudran y caigan, no las quiero.
Seré sólo dientes, como una morena.
Escaparé del bullicio,
y te vigilaré sumergido
o incrustado en alguna piedra.
Seré sólo ojos, como una morena.
Y esos ojos parecerán latir
en lo negro y angustiante,
del silencio mutuo.
Si mis pies no pueden llevarme a vos,
que se pudran y caigan, no los quiero.
Seré sólo cuerpo, como una morena.
Entonces volverás a mí
y te estaré esperando agazapado,
para saciar, tu deseo más urgente.



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