Hija de Marte

Una niña alimenta a los gatos del tejado.

Ella misma observa a Marte a través de las persianas, y él la observa de vuelta, se pregunta por qué no arde el mundo cuando lo mira, por qué no arde ella de una vez y se entrega a la divina llama. Elige el fuego fatuo; gotas de lava ruedan por su entrecejo. Déjenla respirar, que el oxígeno escasea en su alma. La diosa la obsequió en una caja: no abrir, explosivos, decía, pero vienen incrédulos a saciar sus ansias de saber exquisitamente disfrazadas. Déjenla caminar, verán cómo quema las flores a su paso. Yacían muertas y renacerán solo al abrir la caja, pero vuelvan a cerrarla, pues los gatos del tejado —esos que la veneran— no saben que su salvadora, dentro de un cubo de metal, finalmente arderá.

Whitnny Palma
@nieblagris_
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