Estas alas diminutas han cruzado océanos,
este cuerpo mínimo ha desafiado huracanes.
No todos se atreven a huir del invierno:
muchos prefieren la escarcha
al cambio.
Tú,
avecilla insignificante,
escogiste seguir al sol.
La nieve arrasó el nido donde naciste
y ahora revoloteas
entre dorados atardeceres
que no te reconocen,
que nunca conociste antes.
Tu vuelo grácil hace más ligero al aire.
Vuelas tan rápido
que no se distinguen las lágrimas
con las que limpias el camino.
Son bellos estos árboles,
pero no son tus adustos pinos.
Son deliciosas estas semillas,
pero no es el sabor que tu madre ponía en tu pico,
en un tiempo cálido,
en otro mundo.
Nadie reconoce el tanto esfuerzo
que han hecho tan pocas alas.
No dura siempre el mortal frío.
Quizás algún día regreses a tu nido.
Quizás haya otras primaveras.
Quizás…

Roberto Garcés Marrero
@rgmar84
Leer sus escritos


Deja un comentario