Fabio Descalzi (Montevideo, 1968) es traductor, docente, escritor y bloguero, además de arquitecto. Traduce libros de arquitectura y turismo. Le interesan los viajes, las lenguas, la interculturalidad y los proyectos literarios de temática adolescente. Es socio de SAU, AUPE y AIPTI. Miembro Honorario de la Fundación Yvy Marãe’ỹ. Fabio es miembro de Letras & Poesía desde octubre de 2016. Además ha participado en las antologías Tren sin parada y Lo mejor de 2022. Su artículo Recuperación ganó el reconocimiento a mejor artículo de opinión publicado en nuestro portal en 2022.
En esta conversación, Fabio nos cuenta sobre los temas sobre los que le gusta escribir, acerca de su profesión, lo que más le gusta de su natal Uruguay, su película favorita y más:
¿Cómo ha sido tu relación con la escritura?
Mi relación con la escritura es inmemorial. Puedo recordar los primeros textos escolares, llenos de poesías y narraciones de autores uruguayos como mis primeras aproximaciones conscientes a la literatura (digo así, porque los cuentos infantiles, que me empezaron a relatar desde la cuna, forman parte del imaginario fantástico que todo niño da por real). Y en cuanto «dar el salto a la escritura», fue por capítulos, con dos etapas clarísimas: una en la adolescencia, escribir cartas y llevar un diario; otra en la edad adulta (desde los 42 años), como alumno de la escritora Claudia Amengual, quien detectó una veta literaria en mis escritos y me alentó a atreverme. El salto (o, mejor, el «desborde») fue repentino, una madrugada de octubre de 2014, en una solitaria pieza del hotel Carsson de Buenos Aires; me desperté intranquilo, anoté cosas que tenía en la cabeza, me di cuenta de que había nacido un esbozo de personaje, después aparecieron otros dos. Desde ese instante, no paré más de escribir por varias semanas. Bien de novela, pero así fue.

¿Has cambiado algún final después de escribirlo?
No solo un final, también he cambiado varias veces el comienzo, o incluso el desarrollo. Pero sin dejar de incluir los puntos esenciales de condensación de sentido, sin los cuales una obra escrita sería inentendible.
¿Disfrutas más la lectura en papel que en pantallas o te da igual?
La urgencia de la vida me obliga a leer casi todo el tiempo en pantallas. Sin olvidarnos de la necesidad de ahorrar papel. Ahora bien: si me dan a elegir, y si tengo algo más de tiempo, me quedo toda la vida con el papel. La vista “baja a tierra”, se “apoya” en algo que está quieto, que no cansa. Además, el ruido de las hojas, el olor a papel y tinta, todo eso suma a la experiencia. Evoca memorias de épocas en las que solo había unas pocas pantallas de uso colectivo, como el televisor o el cine.
¿En qué te inspiras para escribir?
La vida misma me inspira; la propia y también la ajena. Voy a dar un ejemplo escueto. Imaginen: a fines de febrero de 1996, hay un estudiante soltero que vive con sus dos padres profesionales. A fines de febrero de 2000, exactamente cuatro años después, ese mismo hombre es arquitecto, casado, sus dos padres fallecidos, padre reciente de una hija, y lleno de dudas sobre el futuro del país y del mundo al iniciarse el milenio. Evidentemente, soy yo. Nada más con eso, ¿no hay inspiración como para escribir una antología completa? ¿O para imaginar varios finales abiertos?
¿A qué te dedicas actualmente?
Si bien mi profesión original es arquitecto, hace veinte años que me reorienté hacia otra de mis pasiones, el mundo de los idiomas. Además de mi lengua materna castellana, domino el alemán y el inglés como lenguas profesionales, además de manejar el portugués, francés e italiano como lenguas para viajar; entiendo algo de holandés escrito, y estoy haciendo mis primeros intentos con el guaraní, una lengua muy dulce. De todo este caldo de cultivo, un día nació la necesidad de recuperar mi propia lengua; ese es el grito contenido en las letras que vengo escribiendo.
¿Sobre cuáles temáticas prefieres escribir?
El género novela de aprendizaje, o de formación (en alemán Bildungsroman, o en inglés coming-of-age novel), es hoy por hoy mi favorito si se trata de crear literatura. La adolescencia es una etapa de la vida que me pega fuerte, porque el adolescente tiene todo por vivir, por probar, por experimentar; de repente no tiene pasado y todo lo nuevo desborda. También, edad angustiante como pocas, en la que siempre se busca una tabla de salvación, una pared que contenga, un techo que cobije. Todo es posible. Eso es lo que más me atrae de esa edad, y de lo que se puede llegar a crear, a idear.
¿Tienes algún libro publicado? ¿Dónde lo podemos conseguir?
Tengo dos libros publicados. En 2017 salió a la venta Amigos orientales. Después, en 2020, en el ámbito de Letras & Poesía se publicó Tres terribles tigres.
Escritores que vale la pena leer
Voy a mencionar algunos autores que me han marcado muy positivamente (y sin ánimo de ponerlos en orden de jerarquía): Rubén Darío, Juan Zorrilla de San Martín, Juan Carlos Onetti, Juana de Ibarbourou, Juan José Morosoli, Serafín J. García, Carlos Maggi, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, César di Candia, Juan Grompone, Claudia Amengual, Daniel Baldi, Wimpi, y la lista sigue. Todos ellos han cultivado la riqueza de la lengua castellana, cada cual según su género, su época y su público meta.
¿Lo que más te gusta de tu país?
La Rambla de Montevideo. Una combinación de avenida, paseo, parque y orilla sobre el río ancho como mar. Más de veinte kilómetros sin interrupción para caminar, correr, andar en bicicleta, encontrarme con mi gente. Tuve la suerte de nacer cerca de allí, por lo que es la cuna a la que siempre volveré.
¿Dónde naciste? ¿Cómo transcurrió tu infancia y adolescencia?
El barrio montevideano de Punta Carretas me vio nacer y recorrer sus calles durante mis primeros veintiocho años. Cerca de casa quedaba el Club de Golf, se podía entrar todos los días a corretear por el césped; allí di mis primeros pasos. Con cuatro años ingresé al Colegio Alemán de Montevideo, en donde hice mis primeros amigos y tuve una gran ventana al mundo. Fui un adolescente muy retraído e intelectual, pero de todos modos logré lazos profundos con gente muy especial.
Una película.
El Padrino, basada en la novela homónima de Mario Puzo. La vi en el momento exacto en el que pasaba del colegio a la universidad, con un montón de cambios turbulentos; fue allí que esta película irrumpió con inusitada violencia en el mundo de mi sensibilidad, mis valores, mis afectos, mis cuestionamientos existenciales. Una obra con actuaciones magistrales y escenas creíbles, con lazos de sangre en todo sentido. Por otra parte, la inolvidable banda sonora de Nino Rota, que muchos tarareamos, evoca las raíces italianas de muchos de nosotros.
¿Qué es lo que más disfrutas de escribir?
Me encanta poder darle rienda suelta a torrentes que me nacen. Cuando la vibra es positiva, o dudosa, o prometedora, salen unas líneas en prosa. Ahora bien, si sale una angustia o sufrimiento, se plasma en verso. Tiempo después de dejarlos “enfriar”, veo que mi prosa me invita a ampliar; en cambio, mis versos me hacen exclamar: “¿cómo, yo escribí esto?”.
¿Qué es lo más desafiante de escribir?
Sé que siempre redacté bien, con coherencia, sin faltas de ortografía; eso es el abecé para escribir. Pero para poder escribir se necesita mucho más que eso; La musa inspiradora no viene fácil. Además, hay que tener constancia para escribir algo todos los días. Tengo carpetas llenas de ideas sueltas, y está bien que así sea, porque en el momento menos pensado pueden ser muy útiles; pero hay que estructurarse para lograr que un libro sea obra de uno, y no que uno se deje llevar por el libro que escribe, o que no logra completar.
¿Qué consejo le darías a otros escritores independientes?
Alguien dijo una vez que “detrás de todo buen escritor hay un buen lector”. Por mucho o poco que se escriba, no hay que dejar de leer. No pueden perder de vista que siempre habrá alguien que escriba mucho mejor que uno, que hay que aprender y nutrirse todo el tiempo, que la vida es una sola y todo vuelve. Sean generosos y solidarios, estén siempre prontos a dar para algún día recibir. Déjense sorprender. Atrévanse a soñar con los ojos abiertos.
¿Cómo describirías tu experiencia en Letras & Poesía?
Hace ya veinte años que estoy muy activo en internet, en donde pude desarrollar mi actividad profesional como traductor; descubrí el potencial enorme que había en la capacidad de conectarse con el mundo a solo teclas de distancia. Cuando además comencé a escribir textos con pretensiones de literatura, traté de imaginar cómo sería publicar, darle difusión a lo escrito, experimentar reconocimiento (o no). Así las cosas, arranqué con un blog; casi por casualidad encontré Letras & Poesía, decidí probar, solicité ser admitido, y aquí estoy, hace ya siete años. Es reconfortante haber encontrado una comunidad como esta, muy cordial, con tanta variedad de voces y estilos. Efervescente, así puedo definir a este gran sitio colectivo. Una vez más en la vida, compruebo la importancia de estar acompañado en el mundo de internet, así sea a la distancia. En este áspero camino de los escritores, que a veces puede llegar a ser tan solitario.


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