Vuelvo tranquilo, paseando
por las calles de Octubre,
sosegando el tiempo y recordando
como pasan los año y tú,
en un mar cristalino, vas pintando
gaviotas de sal marinera,
de vejez dominante y austera,
de silencios penetrantes.
Y musitando
están las primeras hojas caídas,
en tu jardín recogido, de verjas torcidas,
de robles vencidos y flores marchitas.
Y un espino, de recuerdos y vida,
me hiere el alma entera,
que de dolor, con fuerza grita
al viento, al furor de las olas
y al barquillo encallado en la orilla.



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