Bajo el almendro
tiendo mis alas,
descanso, duermo y miro
el sueño que me embriaga,
me aparta y ofrece,
las ramas del destino.
Bajo el almendro
me hago fuerte,
como su tronco;
sus flores, me colorean el alma,
tan grande, tan pequeña,
tan pronto, tan tarde.
Y vencido el trueno,
bajo el almendro,
en el viejo camino,
absorbo la savia, y la tierra
se moja de lágrimas
vivas, que desean regar
raíces de amistad sincera.
Bajo el almendro
me hago viejo y duermo,
y sueño…
y no quiero despertar.



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