«Eramos la cruz y la raya de las ecuaciones, eramos lo esencial e imprescindible. Eramos el alma y el cuerpo, amiga.»
De como la confianza crece en la tierra cual planta, y algunas personas arrancan.
Encajamos y rompimos el puzzle. Nos enmarcaron y rompimos el cuadro. Nos maltrataron y curamos las heridas.
Nos empujaron y nos agarramos de la mano, como siempre, como nunca con nadie.
Nos escupieron, vejaron, tiraron y quemaron, y con la parte más sentida de nuestro corazón, renacimos de entre tanta ceniza, de entre los muertos. Las tiramos y nos regamos por si florecíamos.
Como zombies repletas de vendas, no supimos ver el camino.
Y ahora, amiga, tú eres un huerto y yo un campo de fusilamiento.
Tú eres locura y yo el asentamiento, la furia y la calma, lo ido y lo perenne.
Ahora, tú eres el campo repleto de girasoles esperando al sol, y yo soy la tierra donde germinan los sentimientos, donde germinábamos, pero que ahora sólo yo florezco.
Ahora, tú eres cultivo de otros campos, giras según la luz, mientras yo, en otro terreno, florezco a mi ton y mi son.




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