La sensación de vivir
en una pesadilla es recurrente,
y deseo tanto despertar…
Abrir los ojos
y ver lo que hay dentro de mi
plasmado,
proyectado en el exterior.
Necesito liberarme
de los aullidos aterradores de las sombras,
de los moradores del miedo,
de las incertidumbres del alma.
Necesito salir hacia la luz.
Caminar,
correr,
saltar
sobre los sueños enterrados,
sobre las piedras planas
de baldosas amarillas
de un famoso cuento añorado.
Necesito al corcel,
salvaje
sobre un prado dorado,
galopante,
sobre estelas de viento,
sobre noches brillantes.
Necesito gritar,
hasta quedarme vacía
de las siniestras desilusiones,
de las frustraciones
y heridas que no cicatrizan.
Necesito calmar la angustia,
ordenar mi loca
y disparatada vida.

Como cantaba Nino “libre” aùn con riesgos, es tu arrolladora narraciòn. Es lo descontrolable, lo que nos hace sentir en plenitud. Te felicito, Lola. Un saludo afectuoso.
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Se ve que el tema de las pesadillas es contagioso, para dentro de un par de semanas ya tengo preparado otro texto sobre eso… (que conste que no es de copión, je, je).
Excelente poesía, Lola.
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