La duda gira entre expandirse,
evaporarse como agua
transformada en nubes…
O quizás sea mejor cerrarse,
bajo miles de escudos,
candados y máscaras…
Los extremos nos conducen
al desequilibrio,
somos marionetas
experimentando todo el trayecto
del péndulo,
y así,
comprender,
transcender
y vislumbrar,
un atisbo de sabiduría.
Me protejo
los oídos,
los ojos,
las manos
y rodeo mi pecho de espinas
cuando las amenazas externas
me amenazan.
Seré fría e implacable
para algunos
algo de mi cambió de forma irreversible.
Me crié rodeada de hermanos mayores
que siempre me protegían,
y se olvidaron de enseñarme
a defenderme.
Por eso ahora,
los “NO”
son contundentes,
y los “BASTA”
no llevan punto seguido.
Mi corazón se rompió
y se llevaron partes
que jamás recuperaré.
Ahora sí,
jamás se llevarán
lo intocable,
la llama divina,
que es eterna
y le da sentido
a mi existencia.
Esa,
que por mucho que esté
oculta,
rodeada de tierra,
guardada,
en la inmensa oscuridad,
no dejará de brillar jamás.
