Vuelve

Vuelve a esas paredes cálidas, revestidas de recuerdos y sensaciones que te abrazan el corazón con fuerza hasta dejarlo sin respiración.

Vuelve a esa habitación que no hace tanto estaba llena de pruebas del delito, quizás tardaste demasiado tiempo en hacerlas desaparecer, pero cuánta calma se respira ahora.

Vuelve a ese rincón hecho de felicidad al que visitabas cuando la marea aún no subía, cuando permanecía inalterable en ese utópico clima de estabilidad. Sumérgete el tiempo que te sea necesario para recuperar la sonrisa, hace días que su ausencia me quema la garganta.

Vuelve a casa y abraza a papa sin razón, dile que le quieres pero no llores delante de él, que se pone nervioso y se preocupa demasiado; hombre de muchas palabras y con un corazón que no le cabe en el pecho.

Vuelve al pueblo, a la ciudad o al rincón dónde realmente pertenezcas, respira el aire que te dio fuerzas para seguir adelante cuando ni siquiera pensabas en la posibilidad de levantarte. Respira el polvo de los recuerdos e inspira cada uno de los errores que cometiste; aprende de ellos y expíralos cuando lo hayas hecho, quizás algún día los vuelvas a necesitar, pero recuerda que tus pulmones no pueden depender de ellos.

Vuelve a tu cama y llora hasta quedarte dormido, duerme y sueña diez realidades distintas para despertarte recubierto de sudor con la verdad mirándote sin tapujos, recordándote que no puedes huir de ella, que las piernas te tiemblan demasiado cuando se trata de saltar por encima de los recuerdos.

Vuelve a mí cuando te notes débil y sin ganas de querer regresar, vuelve y deja que te cuente que regresar no nos hace débiles, solo humanos.

Vuelve para perdonar, superar y volver a empezar. Vuelve para corregir los desaciertos que te consumen las noches más frías, cuando no tienes con quien dormir y los recuerdos te golpean con demasiada fuerza. Vuelve para aprender a vislumbrar la luz de este noviembre, tenue y áspera como el amor hecho cenizas, que pervive en el rencor.