Sobre un diván dos ilusionistas elaboran trucos de magia.
Convulsionando al ritmo de tambores de guerra,
esparcen seda y encaje.
Han engendrando una obra picassiana,
en la que nada está donde debe.
Manos sobre pezones despiertos.
Suspiros alcanzando vibrato.
Lenguas oscilando como cobras .
Y la piel, de gallina ,
presidiendo el banquete.
Un alarido reprimido anuncia el fin de fiesta.
El cristal del tragaluz sostiene la humedad que ha originado la borrasca
mientras el algodón del lecho se restaura .
Amar,
es el virtuosismo de dos cuerpos,
convertidos en una fondue de decencia.



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