Ella era un ángel, dulce, tierna, romántica e inteligente.
Él, todo un caballero, trabajador, fuerte, leal y decente.
Ella soñaba de día y de noche encontrar a su pareja perfecta.
É, deseaba de todo corazón compartir su vida con una bella pareja.
Un caballero elegante, trabajador, fuerte, leal y decente, ella pedía.
Una chica dulce, tierna, romántica y muy inteligente, él deseaba.
El universo por supuesto que los escuchó, y presto a concederles el deseo de su corazón, en un ciclo de casualidades así los juntó; él perdería el tren de las 6, ella saldría tarde del café y como un milagro orquestado en los cielos, al verse a los ojos, descubrirían su amor eterno.
Así sucedió, pero ellos ni se vieron, muy ocupados mandando mensajes de texto que ni siquiera verse pudieron, pasaron lado a lado y ni eso sintieron, los seres de las casualidades palmearon sus rostros con ironía, y descubrieron de una vez, que más listos tendrían que ser, lograr sortear las trabas tecnológicas que los humanos suelen tener y en un futuro, tal vez, que se volteen a ver.
Tristemente en esta ocasión, eso, no sucedió.
Tal vez nos veremos después.
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