Vamos a jugar a un juego.
“¿A cuál?”, dijo una voz en su interior.
Es sencillo, será fácil que me sigas. Las reglas no son demasiado complicadas.
Vamos a jugar a un juego.
Cuando queramos ir al cine, nos agolparemos en la entrada, pagaremos por el ticket y compraremos las aromáticas palomitas. Saborearemos una de ellas, dejando que la explosión de maíz y sal se adueñe de nuestras lenguas y, tras contemplar los anuncios y los tráilers, la presentación de productoras y distribuidoras y el resplandeciente título del largometraje, abandonaremos la sala. Y diremos que hemos visto la película…

Cuando nos propongamos hacer deporte, nos vestiremos con las elásticas y cómodas prendas que acumulan polvo en el armario, saldremos a la calle, nos marcaremos objetivos físicos y mentales y, tras el estiramiento y el calentamiento, volveremos sobre nuestros pasos. Y diremos que hemos hecho ejercicio…

Cuando decidamos comenzar a leer un libro, lo seleccionaremos con mimo, abriremos sus compuertas que, en forma de tapas duras o blandas, nos darán la bienvenida a una nueva historia. Olisquearemos ese aroma que solo desprenden las páginas ensambladas en una perfecta sucesión de aventuras y romances y, tras acariciar las letras que introducen el primero de todos los capítulos, lo cerraremos sin compasión. Y diremos que hemos leído…

Cuando optemos por salir a cenar a un restaurante, nos arreglaremos entusiasmados, iniciaremos el camino, dejando que nuestro estómago y nuestra boca imaginen lo que después se fundirá en nuestro paladar. Nos sentaremos hambrientos y, tras observar el plato que el camarero deje ante nosotros y absorber las notas dulces, saladas, amargas que desprende, nos marcharemos satisfechos. Y diremos que hemos comido…

Cuando nos dispongamos a vivir el día, nos desharemos de nuestras sábanas, apartaremos nuestras mantas, nos incorporaremos y, tras echar un pequeño vistazo por la ventana, nos volveremos a acostar. Y diremos que hemos vivido…

Cuando saquemos todos nuestros ahorros de la hucha para hacer ese viaje soñado, haremos las maletas, hincharemos bolsas con prendas que no utilizaremos, desempolvaremos nuestro pasaporte, dibujaremos nuestro itinerario en un mapa y, tras acudir con premura el aeropuerto, despediremos desde la terminal a nuestro vuelo, quedándonos en tierra firme, regresando de nuevo a nuestro hogar. Y diremos que hemos descubierto el mundo…

Y, entonces, cuando tomemos la determinación de aprender, de informarnos, de entresacar los envites y reveses de la realidad, de analizar la actualidad…acudiremos a los titulares, a las reseñas vagas de los que piensan como nosotros, a las dos primeras líneas de un artículo demasiado extenso como para regalarle nuestra atención. Y diremos que nos hemos empapado del hoy, que estamos informados.
Y, entonces, justo entonces, nos daremos cuenta de que
no,
no estábamos jugando.




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