La palma del corazón

Llámame conformista porque toda mi felicidad cabe en una puesta de sol, en un rebaño de ovejas, en la bondad de mi perro, en las risas compartidas, en una mirada cómplice, en unos zapatos cómodos, en fruta recién cortada, la contorsión de un gato, el olor a campo, el tequiero de mis hijos, las canciones en el coche, un libro de segunda mano, la ilusión por mis próximos viajes.

Llámame ingenua, sí, porque no tengo necesidad de competir, ni de poseer, ni de controlar, ni de convencer, ni de saber lo que de mí hablan a mis espaldas.
Llámame inmadura porque cambio de opinión y lo confieso sin complejo ni alharaca, porque redefino mi rumbo y me reinvento cada vez que lo creo oportuno.
Llámame rara porque no me conoces ni puedes llegar a conocerme y tus expectativas sobre mí se ven obligadas a saltar por los aires; porque soy mi cara, mi cruz y mundos infinitos en colisión permanente. Porque callo mientras mis ideas se precipitan en cascada desde mi mente, porque aparento seriedad cuando la algarabía en mi interior no cesa y la música mantiene en perpetua danza la sonrisa de mi alma.

Llámame ilusa porque disfruto mi ignorancia infinita convertida en infinitas oportunidades de seguir aprendiendo…Llámame conformista porque toda la felicidad me cabe en la palma del corazón.

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