El problema no es que todos veamos la realidad a través de nuestras propias gafas. Eso es inevitable. El problema es que tenemos miedo de ponernos otras.
Leemos solo razones que avalen nuestra posición. Utilizamos las contrarias únicamente para criticarlas. Tenemos miedo a confrontar nuestra verdad con el resto de verdades. Y es normal. Da vértigo pensar que tus pilares se puedan derrumbar. Que tus convicciones sean erróneas y te encuentres, de repente, perdido.
Es necesario tener ideas sólidas, principios fuertes. Pero tienen que enfrentarse con todo lo que amenace sus raíces, para descartarse o crecer más alto.
La zona de confort también existe en la esfera ideológica. Es una zona llena de ideas heredadas, aprendidas o impuestas, incluso por nosotros mismos. Ideas que defendemos a ultranza ante cualquier opinión disidente; ideas que consideramos incuestionables porque forman nuestros cimientos. Ideas, o prejuicios, cuya ausencia dejaría sin apoyo parte de nuestro estilo de vida. Ante esta perspectiva, ¿cómo dejar que las discutan? O, peor: ¿cómo discutirlas nosotros mismos?
La inercia de la vida dificulta pararse para recalcular el rumbo, algo todavía más complicado cuando caminamos bajo filosofías transmitidas por la sociedad (colegio, familia, ocio) desde que somos niños; cuando caminamos con las anteojeras puestas.
Pero la autenticidad y la verdad merecen la lucha, merecen afrontar ese vértigo. Merecen el atrevimiento de dudar de todo, incluso de lo que nosotros mismos creemos cierto, y atacarlo sin piedad para comprobar que lo sea. Siempre tendremos, cada uno, nuestra verdad subjetiva. Pero siempre debemos, cada uno, acercarnos a la objetiva.
Creencias, ideologías, principios… ¿las has contrastado con las razones que abogan por su falsedad? ¿Has reflexionado sobre la realidad de cada una de ellas?
Necesitamos practicar la humildad intelectual. Salir a campo descubierto. Confrontar nuestras ideas con las contrarias, y salir con la verdad que logremos hallar, aunque eso nos haga empezar de nuevo a construirnos.
Y así con todo.



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