Todavía me asusto cuando veo que el mundo se viene encima de mí. Cuando los miedos reaparecen, las situaciones parecen salirse de control y las responsabilidades aumentan. Cuando no tengo tiempo para detener el reloj y decirme: “vas a estar bien, confía”.
Cuando olvido, por un instante, que soy una obra en construcción y a veces necesito un poco de pegante para armar los pedazos que aún están por ahí, impidiéndome avanzar, haciéndome creer que es imposible, que la fuerza no me va a alcanzar, que los días al final no mejoran.
¿Y sabes qué hago en estos casos? ¿Sabes cómo recupero la esperanza y echo a un lado la montaña de miedos que aún no me supera en altura? ¿Sabes cómo consigo volver a sentirme completo?
Solo cierro los ojos, respiro profundo y recuerdo cómo empecé.
Entiendo que mi realidad, la que he soñado durante tantas noches, tiene más motivos para hacerme agradecer que por los cuales preocuparme.
Me repito, no sé cuántas veces, que se pueden transformar las situaciones difíciles en oportunidades para levantarme, y continuar, y crecer, y volver a confiar.
Solo cierro los ojos y me abrazo, con tanta fuerza, que ningún mundo que parezca venirse encima de mí podrá asustarme otra vez. Porque creo en mí, porque sé que ya he conseguido salir de situaciones similares, porque cada día trae consigo una enseñanza; y yo estoy aquí para aprender.



Deja un comentario