Inmutable,
con esa imperturbabilidad estoica,
“no te preocupes por nada, son cosas que pasan”,
y sonreí,
sonreí con las lágrimas internas, como lo hacemos los cobardes,
cuando al borde del abismo damos cuenta que somos mortales.
Y sonreí,
sonreí con la mirada fría del “no me importa”,
todos tenemos nuestros mecanismos de defensa,
cuando al frágil corazón lo abandona la tropa.