Háblale de mí

Será que tal vez ser reina nunca es suficiente si sólo es en tablero. Ni a mí que me aficiona el juego, me basta ser trebejo, una pieza más. Si se trata de saltar escaques, esquivar jaques y esperar por siempre en la casilla veintidós, le cedo mi lugar para tu próxima jugada.

Nunca he perdido una partida, pero si se trata de envidar por ti mi mejor mano: ningún diamante, algunas picas, mi corazón y un tres de girasoles; mientras apuestas siempre en nuestra contra, no me interesa competir más por el amor más infeliz.

Tal vez algún día, dos trozos de cielo dejen de ser demasiada carga para tus hombros. No será conmigo con quien acaricies el solsticio, ni con quien descubras que si el amor es algo, es ubicuo. Porque pese a tus peores miedos y a tus mejores dudas, cuando el amor dispone, trasciende.

Dices que quieres escenificar conmigo el largometraje más memorable, pero cada vez que quiero figurar en tus encuadres, prefieres seguir escribiendo guiones cortos a su lado. ¿Cómo no voy a pensarme una actriz más de tu dirección más perversa? Por más que intentes disfrazarlo, la única verdad es que la nombraste protagonista mientras a mí me toca ser espectador.

Cuando al fin se fuguen dos estrellas de nuestra constelación de suspensivos porque decidiste seguir escribiendo asterismos en cosmos de papel, no olvides hablarle de mí, como siempre y como a todas.