La arritmia cardiaca de un individuo incauto responde, comúnmente, a la inercia de dejarse arrastrar por estímulos emocionales que no son nunca discriminados.
Esa marea de inhibición desbocada puede llevar a otros a reacciones frívolas y banales. Aun más, debido a la incapacidad de demarcar lo genuino de lo falaz, el sujeto voluble puede hallarse dependiente y sometido a esos otros; a esas voluntades caprichosas con las que se regodean en el gesto de humillar y devastar la dignidad ajena.
Así, el êthos de quien no atempera sus impulsos emocionales ubicándolos en receptáculos auténticos y veraces se ve expuesto a la intemperie, a la acción perniciosa de los desalmados.
En consecuencia, la interacción entre sujetos es la manifestación de ese carácter no forjado de unos y de la potencia abrumadora de los otros.



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