El cielo se ha estremecido,
sus ojos se han cerrado y ha vuelto a llorar.
Se mecía con tormento,
furia, dolor.
Sacudía el suelo cada vez que se tumbaba,
temblaba fríos que arrasaban con los ríos
que brotaban de las lágrimas
que caían como cascadas de su alma
y chocaban con dureza la tierra
desprendiendo su piel.
Su aliento era como un cántico melodioso
que se perdía entre la nostalgia y el polvo.
Gritaba en silencio,
y de más nubes se cubría.
El cielo que del daño ha nacido,
de ojos azules que se ocultan tras la neblina
que nunca esclarecerá,
de estruendosas manos,
de delicados versos,
se ha estremecido,
sus ojos se han cerrado
y ha dejado de llorar,
encontró el sueño
del que no volverá a despertar.
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