El pasado toca mi puerta,
no sé si dejarlo pasar,
no sé si no se ha dado cuenta
que es muy tarde ya.
Insiste en entrar,
me dice que hace frío allá,
que tal vez solo se calienta un poco
y se vuelve a marchar.
Le miro con tristeza,
no es buena idea dejarlo pasar,
me dice con una sonrisa
“¿es que no te acuerdas ya?”
¡Claro que me acuerdo!
Y es esa la razón
para mirarlo con miedo
y ponerle doble llave al corazón.
Deja una respuesta