Cuerdo confundido
en el espejo de tu olvido,
eso es lo que quiso
ser la pobreza del rico.
Gota a gota,
poco a mucho,
se llena tu charco
del que siempre lucho
y por el que no se agota.
Su hunde el barco.
No es por tu lluvia
ni por mi tormenta.
Es por la desidia
del que más mienta.
Es solo eso,
reflejo de miedo.
Pasó el tiempo
y se detuvo justo en mi.
Permitióse decir que sí
llegando al encuentro.
Le sudaban las manos
al jugar a los dardos.
Jugando sin mirar
apunto al veinte
y se debió asustar.
Ganó para siempre,
pero perdió el premio.
Nunca supo su precio
y tampoco su valor.
¿Alguna vez se lo dio?
Evitas el lamento
y crees que así ganas.
Prometo que te entiendo
a la par que me matas.
De todo, sin duda lo peor,
es que piensas que es mejor.
